miércoles, 12 de octubre de 2011

LLAMARME RANCIO PERO…..

Hace un par de domingos, como de costumbre, leyendo el periódico EL PAIS vi un artículo de Elvira Lindo que me encantó. Aunque bueno, casi todos los artículos de Elvira me gustan…pero este artículo me gustó especialmente porque trataba sobre algo de lo que quería escribir yo desde hacía algún tiempo y no sabía como plantearlo, algo que cada vez es más habitual entre la gente que te rodea y que si os digo la verdad me saca bastante de quicio….

Pero de pronto apareció Elvira Lindo y expresó con su humor habitual y su tiro certero a la diana todo lo que yo quería decir, con lo que yo me ahorré tener que pensar qué y como decirlo, así que me adhiero totalmente a estos pensamientos, es justo lo que siempre hubiese querido escribir….

Así que hoy he decidido compartir con todos vosotros el “artículo” en cuestión que os recomiendo que leáis porque merece mucho la pena…

Llamarme rancio si queréis pero cada vez tengo más claro que las nuevas tecnologías además de servir para hacernos la vida un poco más fácil y entretenernos, también cada vez nos hace un poco más esclavos…

En este caso me refiero al teléfono móvil, al iPhone, etc….antes no teníamos móvil y éramos muy felices, no teníamos que estar pendientes de ese cacharrito, quedabas con alguien y solo te preparabas para disfrutar del tiempo con esa persona, quedabas en un sitio y no había perdida posible, no pensábamos en si tendríamos un nuevo mail en el correo esperándonos, en si alguien de tus “amigos” ha colgado una nueva chorrada en su muro del Facebook, en si fulanito te ha escrito un sms para tu cumple o si menganito te ha escrito diciéndote que te quiere….
En fin, llamarme rancio, si eso es ser rancio lo soyyyyy, pero cada vez creo que estamos más esclavizados, que todos estamos alienados bajo el influjo de estas nuevas tecnologías que prometen felicidad….

Por eso me niego a poner Internet en el móvil, porque no quiero tener que estar pendiente en mirar mi correo si salgo a dar un paseo a Moyano, o si voy en metro a trabajar, o si quedo para tomar algo con un amigo …prefiero leer un buen libro, escuchar un buen CD de algún grupo que te guste, leer un periódico, hablar con alguien…

Llamarme rancio si queréis pero opino así, cada vez es más la gente que cuando quedas con ella está más pendiente de su móvil que de ti, que está más atenta al tono de la llamada o del sms de su móvil que a lo que le estás contando, y creo que eso nos empobrece como personas….
No disfrutamos del momento, de ese plan, de esa conversación, porque solo pensamos en si Pili me ha escrito para quedar mañana, en si Pedrito me ha escrito para decirme que soy la más guapa y a la que mas quiere, en si tengo un mail urgentísimo, en que voy a escribir a Juanito para decirle que pienso en él, etc.…en fin, una búsqueda constante de un interlocutor lejano olvidándonos de esa persona que está enfrente de nosotros, de nuestro interlocutor directo, real. Nos obsesionamos buscando un interlocutor que seguramente ni siquiera esté pensando en nosotros y sin embargo nos olvidamos de esa persona que te está hablando, que te está contando algo, que está contigo. Por supuesto que también hay excepciones, como no.

En fin, llamarme rancio pero pienso así…

Es una lástima….

Pero prefiero que leáis a Elvira Lindo, explica mucho mejor lo que quiero decir y con mucho humor, su humor habitual!!!!!

Ya me contareis que os pareció!!!! jajajaja


ELVIRA LINDO DON DE GENTES

No me quieras tanto

ELVIRA LINDO 02/10/2011

De un tiempo a esta parte quedo con personas que, en realidad, no tienen un gran interés en charlar conmigo. Esto podría minar mi autoestima pero una suerte de optimismo insensato me lleva a pensar que amar y no hacer ni puto caso pueden ser compatibles. Yo sé que esas personas que no muestran mucho interés en hablar conmigo me quieren. Si no fuera así, entendámonos, no quedaría con ellas. Esas personas me escriben mensajes rebosantes de cariño: por e-mail, por sms, por Whatsapp, por Facebook, por activa y por pasiva. Y en esos mensajes hay frases tan apasionadas que parecen extraídas de un bolero. Son frases que antes en España no se decían pero que, ahora, gracias a la revitalización del género epistolar propiciado por las nuevas tecnologías, están en auge. Esas personas me dicen que me adoran. Que me adoran y que cuentan los días para verme. Que cuentan los días y que me quieren. Que me quieren y que nos va a faltar tiempo en una cena para contarme todo lo que me tienen que contar. Que nos va a faltar tiempo y que están deseando conocer mi opinión. Que desean conocer mi opinión y que nadie como yo para compartir este y otro secreto. ¿Y por qué? Porque soy adorable. Eso me dicen. El mundo de la tecnología ha bolerizado el género epistolar. Ha generalizado el lenguaje de las postales románticas y ahora lo que toca es escribirse con palabras de novios antiguos de los años cuarenta. Y, aunque yo soy de esa generación en la que si tus padres te decían "te quiero" es porque o se iban a morir ellos o te ibas a morir tú, tengo el corazón débil y, cuando una persona me pide una cita con palabras tan melosas, soy incapaz de no creerme un poco la pasión que sienten hacia mí. Esas personas son las que te reciben con los brazos abiertos en un restaurante, te dan un beso apretado y unen sus pechos sin pudor contra tus pechos, por no hablar de otras partes que también entran en contacto, en estos abrazos actuales; sean hombres o mujeres los que intervengan en ellos. Esas personas son las que acto seguido de desdoblar la servilleta y ponerla sobre sus piernas, sacan el móvil del bolso o de la chaqueta y lo colocan al lado del plato. Esas personas de las que hablo, las mismas que me adoran por escrito, suelen tener un iPhone o una Blackberry, a través de los cuales me escriben a mí esos deliciosos mensajes. El problema es que mientras están conmigo no renuncian a comunicarse con terceras personas. Con un ojo me miran a mí, que estoy situada a la izquierda, por ejemplo, y por el rabillo del otro, miran a su querido aparatito. Suena una campanilla. Les ha entrado un mensaje. Lo leen tan rápido que casi no lo noto. Entonces, sonríen. Sonríen como si alguien les hubiera contado un secreto, o algo picante, o como si les acabara de llegar una información crucial. Pero, desde luego, no sonríen por la conversación que tiene lugar en la mesa. Esas personas, las mismas que, con desesperación, anhelaban verte, te dicen, perdona, perdona un momentito, y se ponen a teclear un mensajito con un solo dedo. Qué dedo más rápido tienen esas personas. Es un dedo entrenado para escribir como si a uno le hubieran amputado la mano izquierda. Una vez terminado el mensaje la conversación continúa. Continúa hasta que vuelve a sonar de nuevo la campanilla: el amante, el amigo, el jefe, el cómplice, el plasta, ha contestado. Nueva sonrisa de esas personas que nos quieren tanto. Y como poco a poco van perdiendo la vergüenza, toman el iPhone o la Blackberry con las dos manos y teclean entonces con los dos pulgares. Qué maravilla de pulgares. Parece que han ido a una academia de mecanografía con pulgares para iPhones. Viene el camarero a tomar nota de la comanda y como las personas que tanto me quieren están ya apoyadas en el plato escribiendo a velocidad de vértigo mensajes tan apasionados, imagino, como los que me pusieron a mí, soy yo la que encarga el vino, el picoteo del principio y, si se me ha informado antes, el plato elegido por las personas que tanto deseaban este encuentro. No siempre una se siente ignorada, en lo absoluto. Hay ocasiones en las que los dueños de la Blackberry o el iPhone te hacen partícipe de los mensajes recibidos, y tú puedes aportar algo en las contestaciones. A veces se trata de los amantes y entonces ya vives con excitación delegada. Ha habido ocasiones en las que las personas que me quieren se intercambian fotos con dichos amantes. No fotos a lo Scarlett Johansson, porque no son horas. Imagino que ese tipo de instantáneas de corte más íntimo las dejan para cuando están encerrados en el cuarto de baño de su hogar, mientras sus maridos o sus mujeres están acostando a los niños. El móvil ha supuesto una revolución en el universo de la infidelidad. Quiero decir con esto que no soy uno de esos espíritus rancios que discuten las ventajas que para muchos ciudadan@s ha supuesto la irrupción de la nueva telefonía. Solamente quisiera expresar el desconcierto que me produce el que personas que tanto me adoran y desean compartir una hora y media de mesa y mantel conmigo no sean capaces de olvidarse del puto móvil durante un tiempo ridículo de sus hiperconectadas vidas. Que lo comprendo todo, sí, ¡que yo también tengo iPhone!, pero que lo dejo metido en el bolso. Joé.

3 comentarios:

Ana dijo...

Totalmente de acuerdo...

Anónimo dijo...

Completamente de acuerdo.

Muchas veces quedas con la gente para pasar un buen rato, para hablar sobre tus cosas o incluso debatir y discutir y realmente todo lo que digas o hagas queda eclipsado por el sonido histérico del móvil o por esa lucecita de neón que no para de parpadear hasta que el dueño lee el mensaje que tiene pendiente. Es horrible.

De hecho, me pasó el otro día una cosa que me sacó de mis casillas. Estaba en una cafetería con un amigo. Estábamos hablando de cosas triviales, un asunto que no tenía nada de importante, pero no coincidíamos. Cada uno tenía su postura. Entonces para confirmarme que yo era la que estaba equivocada, sacó su móvil con Internet, entró en el navegador y buscó en Google el dato en sí. Es verdad, yo estaba equivocada, pero el hecho mismo de sacar el móvil y buscar la información en Internet con todo el descaro para ponérmela sobre las narices me crispó.

Entre tanto, dos o tres veces le sonó el pitido del Whassup y otras dos más miró el tuenti en el móvil para ver si tenía un mensaje privado.

Y yo mientras, con mi cara de pasmo y mi café a medias, sin entender lo que estaba pasando. ¿No venías a verme a mi?...

Hay otra muchacha con la que quedo a veces que mientras que ella habla yo la escucho con interés, pero que mientras que yo hablo no para de mirar el twitter, ensimismada por si hay alguna novedad o por si tienen un "follower" más.

Ahhh, verdaderamente, esto de las redes sociales creo que sí que nos está socializando, pero en la sombra. La gente se preocupa más por mantener el contacto con la gente que no es de su alrededor y se está olvidando de su entorno. Es cierto que es bueno expandirse, no digo que no, pero el calor de un abrazo, de una sonrisa de soslayo, de una risa, eso no hay sms que te lo pueda dar. Y eso, pienso yo, que se está perdiendo en favor de tener un amigo más en facebook.

Santy dijo...

gracias chicas, al menos encuentro a gente que piensa lo mismo que yo....asi que no soy el unico rancio!!!!! jejeje

Michybell, me ha encantado tus argumentaciones, estoy totalemnte de acuerdo contigo, a mi tambien me ha pasado situaciones de esas, momentos en los que te sientes pequeñito y poco importante porque la gente con la que estas está mas pendiente del movil que de ti....me quedo con una frase de tus arguentos que me ha gustado mucho....

"Es cierto que es bueno expandirse, no digo que no, pero el calor de un abrazo, de una sonrisa de soslayo, de una risa, eso no hay sms que te lo pueda dar. Y eso, pienso yo, que se está perdiendo en favor de tener un amigo más en facebook."