...El verano es una estación triste en la que nada crece. Quién no prefiere el mes de diciembre pese a la amargura que provoca la felicidad ajena; incluso la establecida crueldad de abril es mil veces más estimulante.
La canción del verano es siempre la peor canción del año. El amor de verano es un subgénero del amor, del gran amor que nunca podrá tener lugar en verano. Hablan de lecturas de verano, noches de verano, viajes de verano, bebidas de verano y con ello queda implícito un sutil desprecio.
Nuestro amor no está hecho para el verano.
Nuestro amor no conoce vacaciones...
(“CUATRO AMIGOS”. DAVID TRUEBA)
Yo me adhiero a esta sentencia de amor que David Trueba escribe en su libro “cuatro amigos”.
Os lo recomiendo, es un libro perfecto para el verano. Un libro refrescante que nos conduce a un viaje por los sentimientos más íntimos, un viaje al corazón de la amistad, un viaje por las ansias de vivir de cuatro jóvenes que quieren exprimir al máximo la vida, un viaje por los misterios del amor y las lágrimas del desamor, ese gran amor perdido que nunca volverá, ese amor que no podemos olvidar, ese amor que siempre permanecerá en nuestro interior. Un viaje por 260 páginas cargadas de humor, amor, amistad y ganas de pasarlo bien.
El libro mezcla romanticismo con humor, humor con lágrimas, lágrimas con locura, locura con desfase, desfase con frustraciones, frustraciones con dolor, pero dolor con esperanza. Un cóctel perfecto para hacer más llevadero el calor.
Por cierto, también estoy de acuerdo con lo que dice de los amores de verano, siempre he pensado que el amor de verano es un género malo del amor, algo fugaz, efímero, que apenas deja huella en nosotros, un amor que dista mucho de “ese gran amor”.
Yo prefiero mil veces el amor de diciembre, donde el frío no apaga el calor de nuestros cuerpos, donde el frío no resta ni un ápice las ansias de amar
Un amor de invierno paseando cogidos de la mano por las calles de Madrid….
El libro mezcla romanticismo con humor, humor con lágrimas, lágrimas con locura, locura con desfase, desfase con frustraciones, frustraciones con dolor, pero dolor con esperanza. Un cóctel perfecto para hacer más llevadero el calor.
Por cierto, también estoy de acuerdo con lo que dice de los amores de verano, siempre he pensado que el amor de verano es un género malo del amor, algo fugaz, efímero, que apenas deja huella en nosotros, un amor que dista mucho de “ese gran amor”.
Yo prefiero mil veces el amor de diciembre, donde el frío no apaga el calor de nuestros cuerpos, donde el frío no resta ni un ápice las ansias de amar
Un amor de invierno paseando cogidos de la mano por las calles de Madrid….
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