jueves, 10 de febrero de 2011

EL TERCER GRADO....

Interesante entrevista a Antonio Gómez Rufo en relación a la publicación de su nueva novela "LA ABADÍA DE LOS CRÍMENES".

Una entrevista que merece la pena....el único inconveniente es que cuando acabes de leer la entrevista, no podrás dejar de ir a comprar la novela....aunque yo ya la leí y para nada creo que sea un inconveniente, los buenos libros siempre deben estar en nuestra estantería....

Atentos, la entrevista da muchas pistas sobre la novela....una historia de intriga, misterio, humor, amor y desamor y.....con mensaje encerrado!!



ENTREVISTA

GÓMEZ RUFO: “LA NOVELA HISTÓRICA VUELVE A SER PARA MÍ UN PRETEXTO”

* El nacionalismo es una aspiración de la derecha política que, por ignorancia ideológica, algunos sectores de la izquierda han asumido como propia.

* Creo que después de tres décadas de trabajo literario es mi novela más importante.
No es posible convertir en verosímil una novela que se desarrolla en 1229 sin mucha información histórica.

Gómez Rufo publica La abadía de los crímenes (Planeta) tres años después de su última novela. Una divertida novela de intriga con tintes paródicos en la que se mezclan crímenes y amores en una vieja abadía benedictina, en el corazón de la Corona de Aragón.

Pregunta:
¿Qué es La abadía de los crímenes?

Respuesta: Es la historia de una investigación criminal en un convento femenino en el año 1229 a cargo del rey don Jaime I y una simpática monja navarra muy aguda y divertida, muy suelta. Esa es la trama principal. Pero también un triángulo amoroso entre el rey, su esposa doña Leonor y su futura esposa, Violante de Hungría; y, además, un repaso a la tozudez de la nobleza catalana de la época, que ya apuntaba maneras secesionistas frente a la Corona de Aragón. En fin, una divertida novela policíaca en clave histórica.

P: Policíaca, histórica y divertida… Buenos ingredientes. Pero ¿por qué habría que leer esta novela?

R: En primer lugar, porque es de verdad, es una novela sincera escrita desde la sinceridad. En segundo lugar, porque es divertida y eso es algo que los lectores necesitan en estos momentos. Y, en tercer lugar, porque con su lectura es posible aprender algo nuevo. Y con esas tres características, sinceridad, diversión y aprendizaje, toda novela es útil.

P: ¿Qué otros componentes tiene esta novela?

R: La novela reúne, a mi entender, las siete características que necesita una buena obra literaria: amor, humor, aventuras, intriga, un poco de sexo, otro poco de violencia y un final feliz. Ya los guionistas de Hollywood sabían que mezclando bien estos siete ingredientes el resultado era una película de éxito.

P: Pero, en este caso, ¿es una novela histórica o una novela negra?

R: La novela actual tiende a ser intergenérica. Los géneros no están tan definidos como hace veinte años. Hoy en día una novela cualquiera puede contener ingredientes de thriller, románticos, históricos, psicológicos y hasta eróticos. Y, por tanto, ser inclasificable. Por ejemplo, ¿El nombre de la rosa era una novela histórica o de intriga policial?

P: ¿A qué lectores va dirigida esta novela?

R: A todos. Si un libro proporciona diversión, agrada. Si además permite debatir sobre él, es una lectura recomendable. Espero que sea una novela muy popular. Creo que ha sido un acierto su publicación.

P: En estos tiempos, ¿cree que afecta la crisis a la venta de libros?

R: Las estadísticas dicen que hay más lectores que nunca. En mi opinión, en España, aunque haya un menor índice de lectura que en otros países europeos, los lectores españoles son los más inteligentes, selectivos y sensatos de Europa.

P: ¿Y les afecta a los escritores?

R: Claro. Mucho más que a la industria del libro, porque ahora se venden muchos ejemplares de muy pocos títulos, de muy pocos autores. Sin ir más lejos, le aseguro que un escritor con mi estatus profesional, en Francia o en EEUU estaría económicamente tranquilo. En cambio en España vivimos al día, asustados y sin ninguna seguridad en el mañana.

P: Después de una larga carrera literaria, ¿tiene sentido seguir escribiendo?

R: Para mí, sí, por supuesto. Yo sigo trabajando ocho horas diarias en mis novelas porque tengo una manera de ser que no me permite conformarme con nada. No sólo es posible, sino imprescindible, seguir aprendiendo y mejorando en la profesión que uno tenga. Y todavía poseo una aspiración utópica que para algunos será ingenuidad, pero para mí es pura vida. Si me preguntaran por mis aspiraciones vitales contestaría que ser académico, ganar el Cervantes y que me concedan el Premio Nobel. Tal vez nunca suceda, pero sin una utopía en el horizonte no hay motivación para seguir dando pedales a la bicicleta de la vida.

P: En La abadía de los crímenes hay un solo protagonista masculino y el resto de los personajes son protagonistas femeninos. ¿Es un reflejo de la importancia que el mundo de la mujer tiene en su vida?

R: La mujer es el motor que mueve el mundo; los hombres, el mecanismo que hasta ahora lo ha hecho girar. Pero sin ellas la maquinaria se hubiera parado hace mucho tiempo. En La abadía de los crímenes las mujeres representan el amor, el poder, la inteligencia y hasta el crimen. Es un escenario femenino en el que el hombre, el Rey, es sólo una manera de retratar o representar nuestras contradicciones.

P: ¿Se ha documentado sobre la vida en la corte para reflejar en detalle las relaciones entre las damas de la reina?

R: No es posible convertir en verosímil una novela que se desarrolla en 1229 sin mucha información histórica, y ello requiere un intenso proceso de investigación y de documentación. Creo que en ese aspecto he hecho los deberes.

P: ¿También se refleja la vida de los conventos?

R: Así lo espero. Conocer la vida que llevaban aquellas mujeres, y todavía hoy en clausura, resulta fascinante. Parece, desde fuera, que no es una vida esforzada, pero una vez conocida despiertan una gran admiración. Creo que, en general, conocemos muy poco de esa vida monacal llena de privaciones. Puede que alguien lo confunda con fanatismo religioso, pero a mí me parece un mundo muy respetable.

P: ¿Por qué vuelve usted a la novela histórica? ¿Es su género favorito?

R: Creo que después de tres décadas de trabajo literario es mi novela más importante. La novela histórica vuelve a ser para mí un pretexto para hablar de algo que en este momento me parece que está en demasiadas conversaciones, algo que se ha generado de una manera artificial.

P: ¿Se refiere usted a los nacionalismos?

R: Sí. A los nacionalismos y a todo lo que ello representa. No deja de sorprenderme el protagonismo de un problema que sólo existe en la cabeza de algunos políticos. Al fin y al cabo, el nacionalismo es una aspiración de la derecha política que, por ignorancia ideológica, algunos sectores de la izquierda han asumido como propia. Los nacionalismos son la ambición de la burguesía para aumentar su poder económico y en esa trampa han caído los sectores menos lúcidos de la izquierda. Porque la izquierda de verdad siempre fue internacionalista.

P: ¿Cómo surgió La abadía de los crímenes?

R: Un día me aburrí de oír hablar de los derechos históricos, de las reivindicaciones soberanistas, y creí llegado el momento de dar la palabra al rey don Jaime I, cabeza de la Corona de Aragón. Y, tras una intensa investigación, la documentación recopilada y el descubrimiento de la realidad histórica (porque la realidad es muy tozuda) descubrí dos cosas: que Cataluña nunca fue una nación y que los catalanes tienen un gran sentido del humor. Y decidí sumarme a ese sentido del humor con una novela que aclara algunos aspectos de una falsedad que, a fuerza de ser repetida, algunos políticos han llegado a creer que se trata de una verdad y están todo el día, erre que erre, propagándola entre los ciudadanos catalanes. En fin, como decía Einstein, las pasiones nacionalistas han destruido esta comunidad intelectual... Los intelectuales y los hombres de ciencia han pasado a ser representantes de las tradiciones nacionales más extremas y han perdido aquella idea de comunidad intelectual.

P: ¿Nunca fue Cataluña una nación? Se dice que sí.

R: Fue Condado, Marca, incluso Principado. Pero nada más. Y para una vez que Lluis Companys se asoma al balcón de la Generalidad a proclamar el Estado Catalán, el 6 de octubre de 1934, el Tribunal de Garantías Constitucionales de la II República anuló la proclama y lo encarceló, junto a todo su Gobierno, como reo de rebelión.

Madrid, 25 de enero, 2011. QUINCE PREGUNTAS.

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