Madrid está en el más absoluto y completo silencio…las calles parecen desiertos donde no hay oasis posible, los parking simulan explanadas de asfalto que lloran entristecidas al echar en falta el rugir de los motores y los parques son alfombras verdes solitarias que reclaman entre lamentos que alguna pareja de enamorados se tumben sobre ellas para despertar a la pasión y al deseo.
Pero Madrid está sumida en un profundo sueño….
Madrid, calor, Agosto, soledad, tormenta, un largo fin de semana por delante y yo aquí, en la gran urbe reclamando deseos de cosas imposibles, deseos de amores imposibles.
Después de la tormenta de anoche siempre llega la calma, tormenta de verano intensa, eléctrica, potente, húmeda pero tremendamente fugaz, efímera como lo son los amores de verano, esos amores intensos que están condenados a no perdurar, amores que ya desde el principio nacen con fecha de caducidad, y nos entregan a los brazos de una falsa felicidad en nombre de la pasión. Y lo peor es que nosotros lo sabemos aunque nos empeñemos en alargarlos, somos conscientes de que no es eso lo que queremos…disparos de mentiras a nosotros mismos y sin chalecos antibalas.
Madrid duerme bajo un sofocante calor y yo ya estoy despierto…
Puñado de pensamientos esquizofrénicos sin orden ni sentido pulsan las teclas de este ordenador reclamando compañía mientras mis pensamientos viajan en avión y vuelan lejos…
Me acabo de levantar, Madrid todavía duerme, el calor es sofocante y la sed reseca mis labios, estoy sediento de ti…
¿Me dejas bañarme en el mar de tus ojos y apagar la sed en el manantial de tu labios?
Más allá de sueños locos, en Madrid hace calor, la soledad se instala entre las sábanas de mi cama y la realidad insiste en perseguirte para que te quede claro que todo son sueños, ilusiones que solo viven en tu mente.
Como dice Sabina, en Madrid la vida es un metro a punto de partir….yo ya he perdido muchos trenes…
¿El siguiente es el mío?
Me voy, que lo pierdo…..
Pero Madrid está sumida en un profundo sueño….
Madrid, calor, Agosto, soledad, tormenta, un largo fin de semana por delante y yo aquí, en la gran urbe reclamando deseos de cosas imposibles, deseos de amores imposibles.
Después de la tormenta de anoche siempre llega la calma, tormenta de verano intensa, eléctrica, potente, húmeda pero tremendamente fugaz, efímera como lo son los amores de verano, esos amores intensos que están condenados a no perdurar, amores que ya desde el principio nacen con fecha de caducidad, y nos entregan a los brazos de una falsa felicidad en nombre de la pasión. Y lo peor es que nosotros lo sabemos aunque nos empeñemos en alargarlos, somos conscientes de que no es eso lo que queremos…disparos de mentiras a nosotros mismos y sin chalecos antibalas.
Madrid duerme bajo un sofocante calor y yo ya estoy despierto…
Puñado de pensamientos esquizofrénicos sin orden ni sentido pulsan las teclas de este ordenador reclamando compañía mientras mis pensamientos viajan en avión y vuelan lejos…
Me acabo de levantar, Madrid todavía duerme, el calor es sofocante y la sed reseca mis labios, estoy sediento de ti…
¿Me dejas bañarme en el mar de tus ojos y apagar la sed en el manantial de tu labios?
Más allá de sueños locos, en Madrid hace calor, la soledad se instala entre las sábanas de mi cama y la realidad insiste en perseguirte para que te quede claro que todo son sueños, ilusiones que solo viven en tu mente.
Como dice Sabina, en Madrid la vida es un metro a punto de partir….yo ya he perdido muchos trenes…
¿El siguiente es el mío?
Me voy, que lo pierdo…..
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