Hoy quería compartir con todos vosotros un interesantísimo artículo de Antonio Gómez Rufo con el que estoy totalmente de acuerdo, en estos tiempos de crisis siempre el patito feo es la cultura, de forma que la gente cree que ésta más que un bien de primera necesidad es un artículo de lujo.....craso error.
¿Que seríamos sin cultura? ¿A una vida sin cultura la podríamos llamar "vida"? creo que no.....porque los alimentos son el combustible del cuerpo, pero la cultura es el combustible del alma, de lo que somos como personas, de la felicidad.
Una vida sin inquietudes culturales, del tipo que sean, es una mierda de vida, sinceramente, una vida vacía, una vida que yo no querría vivir......
¿Que opinais? espero que o guste el artículo.....yo me quedo con una frase resumen del artículo que he remarcado en negrita, me parece genial!!!!
LA CENICIENTA. Por Antonio Gómez Rufo
La Cultura va a ser (está ya siéndolo) la cenicienta de la crisis económica. Es verdad que lo realmente importante es el paro, la amenaza de la necesidad y la inseguridad laboral, porque aunque “no sólo de pan vive el hombre”, también es cierto que “primun vivere, deinde philosophare” (primero vivir, después filosofar). Así es que damos por descontado que en nuestra jerarquía de preocupaciones la primera es el paro y la segunda la amenaza que se cierne sobre los recortes sociales y de derechos que se vislumbra con la llegada de la derecha y los tecnócratas al poder en toda Europa.
Pero si lo pensamos bien, la Cultura también se ve afectada por ambas preocupaciones, y doblemente. Una parte muy importante de creadores y de trabajadores de la Cultura se están quedando en el paro, y otros muchos también sufren la censura (autocensura a veces) de la creación para complacer o no disgustar a los gobiernos de turno y, por tanto, no se sienten libres.
La supresión de la Mostra de cine de Valencia, el cierre del Centro Niemeyer, la amenaza de suspensión de la Semana Negra de Gijón, la clausura del premio Torrevieja de novela y tantos otras celebraciones, eventos y actividades que van desapareciendo por la crisis están cercenando el modo de vida de los creadores y suponen una gran cantidad de puestos de trabajo perdidos. Por no contar con la disminución de publicaciones, cierre de medios, realizaciones de películas, producciones de teatro y otras muchas actividades culturales. Además, las subvenciones públicas están en cuestión, y el miedo de los empresarios de la Cultura atenaza la expansión de un sector (el de la industria cultural) que mueve en España seis mil millones de euros, casi un billón de las antiguas pesetas.
Todo ello sin contar con la más grave de todas las realidades: la administración no tiene dinero, así es que los Ayuntamientos, las Comunidades Autónomas, las Universidades y los demás organismos públicos ya no organizan actividades culturales, y las que llevan adelante las hacen gratis u ofreciendo a los creadores un pago ridículo por participar en ellas. Y luego tardan meses, o años, en pagar esos honorarios mínimos. Y la iniciativa privada (fundaciones, clubs de cultura, asociaciones…) tampoco invierten por sufrir la crisis económica. El resultado es que los creadores no trabajan, los técnicos que ponen en pie los actos culturales se quedan en el paro y las plantillas de empresas productoras, editoriales, discográficas y centros culturales se reducen más y más.
La Cultura es un sector especialmente sensible. Los creadores, por otra parte, son trabajadores particularmente desprotegidos porque no tienen más posibilidades de ganarse la vida que con el fruto de su ingenio. Y en unos momentos en los que la creación cultural puede esperar porque lo prioritario es atender las necesidades primarias del ciudadano, la situación es de una gravedad sin precedentes. Por eso me refería a ella como “la cenicienta”. Porque nunca se ha considerado en España que la cultura es un alimento básico e imprescindible para el espíritu, el crecimiento y el desarrollo personal; porque no se cree que un país inculto es un país sin futuro; porque la banalización de la sociedad actual confunde la cultura con el ocio y se conforma con lo segundo; porque salir de la crisis sin cultura es salir mutilados; porque, en definitiva, si se da tanta importancia a la Educación (en teoría, sólo en teoría) es porque se sabe que la Cultura es imprescindible, pero se prescinde de ella en la crisis porque, al parecer, basta con “pan para que viva bien el hombre”.
¿Sobreviviremos sin Cultura? Seguro que sí. Pero una cosa es vivir y otra durar. Con la Cultura se vive plenamente; sin ella, se dura como un robot en un mundo esclavizado por los mercados.